María Morales, la conocida chef de Tomelloso y propietaria del restaurante «Esencia» de la localidad, ha concedido una espectacular entrevista a la revista Elle. En ella, además de un cuidado reportaje fotográfico en los que pone de manifiesto su ADN manchego, la cocinera hace un repaso a su trayectoria profesional, recuerda a sus abuelas como fuente de inspiración y da todos los detalles de su «Esencia by María Morales». La entrevista, firmada por Amelia Larrañaga y con fotos de Pablo Sarabia, subraya la propuesta gastronómica de la chef tomellosera que se materializa en una mesa corrida para 14 invitados con la cocina vista, ya que ese es el número de comensales que se sentaban en la mesa de la familia de María.
Así, la entrevista cuenta que María Morales durante su infancia almorzaba los sábados en casa de Carmen, su abuela paterna, “la de los cocidos”, y los domingos en la de la materna, Pilar, “una artista con las carnes”. Fue en Madrid cuando la cocinera de Tomelloso intentó replicar todas esas recetas hasta que su hermana, Ana, la apuntó al casting para la novena edición de MasterChef. Tres meses, siete fases y casi 70.000 aspirantes después, consiguió hacerse con una plaza en el talent show culinario cocinando unos galianos con perdices y conejos cazados por su propio tío. Su recorrido en el concurso fue impecable y consiguió alzarse con la tercera posición del formato presentado por Jordi Cruz, Samantha Vallejo Nájera y el también manchego Pepe Rodríguez.
Tras MasterChef, María Morales cuenta que salió “un poco shock” y que se está acostumbrando “a que me ha cambiado la vida”. A su vez, más allá del concurso, la chef manchega siguió formándose en el Basque Culinary así como en un máster de sumiller en la Escuela Española de Cata. Fue entonces cuando llegó a su mente la inspiración: un negocio en el que cocinaría como sus abuelas. En su búsqueda de locales donde instalar su «Esencia», encontró el ideal en la calle Concordia de nuestra localidad. Un acogedor lugar que cuenta con una cocina de inducción y un horno con vista a los 14 comensales que pueden degustar cada fin de semana sus platos, siete de los cuales se comen con la mano, y siempre junto a su fiel pinche, Mimi. Una propuesta, como confiesa María Morales, en la que los comensales “comienzan la degustación con timidez, pero a los diez minutos ya parecen una familia”, y cuyo menú “va cambiando según me apetece y la temporada”, solo manteniendo fijos los postres: pavlova de mango y tarta de queso fresco manchego.