Aunque hasta hace poco tiempo había sido un completo desconocido para la mayoría de la población, la moda del consumo de CBD ha llegado a España. Se trata de una molécula que se encuentra de manera natural en las plantas de cáñamo, más conocidas como cannabis, sin contener ningún otro tipo de sustancias psicoactivas o depresoras. Así pues, sus productos consiguen distintos resultados, como mejorar el sueño, controlar la producción de sebo en la piel, aliviar las quemaduras, el insomnio o la ansiedad, etc. Un producto que, en el año 2018, era autorizado por la Unión Europea, siendo aprovechado desde entonces por tres hermanos, que se asociaron creando la empresa Flower Farm. De hecho, inauguraban su primer establecimiento en Madrid en el año 2019 y, desde entonces, han abierto otros cuarenta más por toda España en tan solo cuatro años. A las tiendas repartidas por Gran Canaria, Valencia, País Vasco o Galicia se unía, hace tres meses, la que abrían en Tomelloso, situada en la Calle Don Víctor Peñasco, 71, que está regentada por Rafael Barreiros, Andrea de Donato y Joaquín Navarro. Ambos aseguran que decidieron su apertura porque «sabemos que es una localidad que se mueve, que hay mucha vida, que a la gente le gusta estar en la calle y que le puede gustar nuestro producto». Además, «vimos que no había ninguna tienda similar en los alrededores, así que pensamos que era una buena apuesta abrir en Tomelloso». De hecho, en estos tres meses, «hemos comprobado que tenemos bastante aceptación, aunque la gente todavía no conoce el producto porque, en España, aún no ha llegado el boom como sí ha ocurrido en otros países».
Aunque el CBD es un principio activo que ha revolucionado la percepción de la marihuana a nivel mundial debido a sus propiedades terapéuticas, los propietarios de la tienda de Flower Farm de Tomelloso aseguran que sus productos «no alteran nuestras capacidades cerebrales, porque no cuentan con componentes psicoactivos». De hecho, en palabras de Andrea de Donato y Joaquín Navarro, este componente se puede encontrar de distintas maneras, «como en aceites, cremas, cápsulas o alimentos», añadiendo que «son capaces de mejorar patologías como la ansiedad, el insomnio, la epilepsia o el dolor crónico, al actuar como un producto muy útil para desinflamar, así como para aliviar el dolor, puesto que está demostrado que tiene propiedades antiinflamatorias, analgésicas, antioxidantes y antidepresivas». Sin embargo, son conscientes de que es un producto que puede despertar ciertos miedos o reticencias, al tratarse de un derivado del cannabis, pero aseguran que «en España el cannabis es legal en este tipo de producciones terapéuticas, contando entre sus derivados con el CBD, siempre que se utilice de manera tópica, en productos como cosméticos, aceites o cremas». También, «cuando el contenido de THC en dichos productos no supere el 0,2, puesto que se trata del ingrediente psicoactivo del cannabis, que altera distintas partes de nuestro cerebro, mientras que el CBD que nosotros utilizamos no daña nuestras capacidades mentales en ningún caso, al tratarse del principio activo al que se le adjudican todas las ganancias del cannabis medicinal». Aun así, consideran que «existen países como Estados Unidos que van un paso más adelante que nosotros en este tipo de conocimientos».
De hecho, la moda del consumo de CBD ha llegado a España, sobre todo, después de la pandemia del COVID-19, al ser España el país de Europa en el que más antidepresivos se consumen para paliar patologías como la depresión o la ansiedad. En este sentido, Andrea de Donato y Joaquín Navarro aseguran que «mucha gente está optando por probar nuestros aceites, obteniendo muy buenos resultados, al estar elaborados con cáñamo orgánico, siendo hidratantes y calmantes». A día de hoy, «son el producto más vendido en las tiendas de Flower Farm, seguido de las cremas musculares, que también son muy demandadas por los deportistas». Como novedad, «ahora también estamos apostando por la cosmética, con una gran variedad de cremas para la cara». Todo ello a través de una idea general de marca, que pretende desligarse de las clásicas tiendas de semillas, mediante un aspecto cuidado de sus tiendas Flower Farm. De hecho, todos sus establecimientos, incluido el de Tomelloso, están diseñados por un estudio de arquitectos para mantener esa imagen única que pretenden mostrar. De igual manera, sus productos son importados desde Italia, siendo analizados por un laboratorio independiente, que asegura la calidad de los mismos, así como que no contengan químicos nocivos.
