El Auditorio de Zaragoza acogía, durante la noche de este sábado, 28 de enero, la gala de los Premios Feroz, que organiza la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE). Unos repartidos galardones que, aunque en esta ocasión no se retransmitieron por televisión, al no haber llegado a un acuerdo con ninguna cadena, sí que nos regalaron momentos emotivos, además de como es tradición en el cine español, un espacio para la reivindicación. Es el caso del castellano-manchego Pedro Almodóvar, que recibió el Premio Feroz de Honor entre críticas a la «situación de caos y precariedad» en la que, según él, se encuentra la sanidad pública de la Comunidad de Madrid. Así pues, dedicó parte de su discurso a pedir «aplausos, a ver si llegan a la Puerta del Sol de Madrid«, para «animar a los sanitarios que lucharon para proteger nuestras vidas durante la pandemia, exponiendo la suya propia».
Un mensaje político que Pedro Almodóvar aseguraba que «necesitaba compartir», aunque entendía que la gala era para «premiar a gente que se lo merece». En este sentido, recordaba que «los problemas de salud de los españoles nos afectan a todos, independientemente de que algunos tengamos la posibilidad de acudir a la sanidad privada». Una vez más, centraba su discurso en la Comunidad de Madrid, al asegurar que «ante la barbarie que se está llevando a cabo en la comunidad en la que vivo, este colectivo lo está pasando muy mal», en clara alusión a los profesionales sanitarios, de los cuáles recordaba que «su vocación es curar y, en muchas ocasiones, no pueden hacerlo por la situación de caos y precariedad en la que viven los servicios de asistencia primaria». Algo que, según Pedro Almodóvar, «pone en peligro el sistema de salud universal y gratuito, al estar al borde del colapso». Un discurso que concluía con un «ojalá esto llegue también a Madrid«.
Otra parte del discurso de Pedro Almodóvar giraba en torno a recordar cómo «mi vida y mi filmografía han estado muy marcadas por algunos acontecimientos, como haber tenido una madre manchega que me ha transmitido una cultura rural y muy universal», asegurando que «a pesar de la oscuridad en la que vivíamos, la lucha diaria por sobrevivir no estaba reñida con el humor». Explicaba también cómo le ha «marcado mucho» el hecho de ser «forastero» en una ciudad como Madrid, señalando que «yo también me vine del pueblo en busca, simplemente, de hacer mi vida y Madrid y su devenir durante los últimos 45 años me ha acompañado en todas mis películas». En este sentido, Pedro Almodóvar recordaba «la etapa de 1977 a 1985, cuando todo era posible en Madrid«. También, cómo «fue motivo de dolor y de gran inspiración haber tenido un novio adicto».
Por otra parte, Pedro Almodóvar recordaba que «la pésima educación que recibió en los internados en los que estudió el bachillerato le convirtió en analfabeto y ateo», mientras que el cine ha «fagotizado su vida por entero», puesto que «le he sacado partido al hecho de ir al cine, porque he soñado, me he excitado, ha llenado mi vida cuando salía de las salas, muchas veces es la mejor terapia y el mejor espejo de mi futuro». En este sentido, confesaba que «me emocionaba con los problemas de Natalie Wood, me identificaba con la hermana putón de Warren Beaty, desde mi pubertad reconocía que si para vivir con la libertad de ese personaje tenía que convertirme en un marginado, pues bienvenida sea la marginación y la vida me ha tratado mucho mejor que al personaje de la hermana de Beaty«. Sin embargo, Pedro Almodóvar reconocía que un elemento que le ha afectado mucho es «el paso del tiempo», indicando que «nunca he llegado a aceptar cumplir los 40 años, ni los 50, mucho menos los 60 y estoy a punto de mentiros ocultando que ya estoy en los 70», asegurando que «la vejez no es una enfermedad, sino una masacre».